Comentario
Cuando en 1960 se llevó a cabo una serie de reformas en el claustro de San Isidoro, salieron a la luz varios arcos empotrados en las construcciones que se efectuaron, en esta zona, durante el siglo XVI. La limpieza de los mismos dejó a la vista un pórtico románico que discurre a lo largo del costado norte de la iglesia, del espacio abierto del Panteón y se prolongaba hasta el lienzo de la muralla. Se distribuye en seis tramos mediante arcos fajones que apean, al exterior, en pilares y se insertan en pilastras del muro del viejo templo fernandino. Por tal motivo, y para reforzar el paramento, se regruesó éste en el interior de la nave y, por fuera, se hizo lo mismo, disponiendo además arcos ciegos. El resto de la crujía, contigua al Panteón, descansa en los apoyos cruciformes de ese recinto.
Una vez más, los elementos de la arquitectura religiosa del período de la monarquía asturiana sirvieron de inspiración a los artífices de San Isidoro, pues San Salvador de Valdediós también disponía de pórtico adosado a lo largo de la iglesia. Poco más tarde, encontramos la fórmula repetida en San Miguel de Escalada y también en el templo monástico de Santo Domingo de Silos. En esa tradición se inscriben los pórticos de buen número de parroquiales románicas castellanas.
Textualmente, como hemos visto, el Pórtico Norte no se planifica a la vez que la iglesia de San Isidoro, ni tampoco con el Panteón. Sin embargo, la escultura de sus capiteles, en la misma órbita que los de este último recinto, indican que su construcción debió llevarse a cabo en un lapso de tiempo no muy distante de aquél.